Dirán que fue un acto terrorista y quedará en el marco de un hecho delictual, pero los disparos de esa noche eran políticos y tenían una carga de intolerancia mutua. Aunque la fiscalía impondrá la tesis de una legítima defensa (ya que lo fue). ¿Pero si hubiera sido desde una ruka? Terrorismo y delincuencia: aquel será el resumen en “Los Encinos”. Una respuesta simple, fácil y reducida para un tema complejo. Nadie dirá: ¿Dos personas muertas? ¿Dos jóvenes mapuche muertos? ¿Qué hemos construido como sociedad?… Nos podríamos preguntar.
Luis Marileo y Patricio González, nos enteramos que fueron abatidos. Sabemos sobre el primero algo más. En el año 2010, Bicentenario de la República, una extensa huelga de hambre. Desde Chol-Chol Luis Marileo de la comunidad José Guiñon se suma. Era un menor de edad procesado por Ley Antiterrorista Estudiaba, en un Liceo de Pidima (hoy flamante cuartel de FF.EE.). ¿José Guiñón? Una de las primeras comunidades autonomistas, rodeada de forestales, con escases de tierras y de agua vivió una época de florecimiento en la Reforma Agraria. La contrareforma agraria arrebató los avances. Los brotes de los 90′, volvieron a la carga ahora desde la autonomía.
¿Son simples delincuentes Luis y Patricio a sus veintitantos años? ¿No serán el resultado de la sociedad post Pinochet? ¿No serán las consecuencias del otro modelo chileno, del menos exitoso?.La mitad de los años de vida Luis y Patricio conocieron violencia: violencia de la pobreza y del Estado con su seguridad publica que ha terminado por incubar violencias; violencias de la intolerancia mapuche que atacan una casa; criollos que se defienden a tiros desde ellas. A la larga una historia que acaba en profundos desgarros.
¿Dónde está el Estado garante de los derechos? Esa es la historia de la otra transición y del modelo chileno, del Chile del siglo XXI, de los pueblos originarios para el siglo XXI. ¿Mantendremos esta idea de que la riqueza se forje a costa de los mapuche? Luis y Patricio, son resultado de este laboratorio neoliberal, de la decisión del Estado de abordar la demanda mapuche con represión, en vez de abordarla a partir de los Derechos Humanos. ¿Mantendremos también la idea de un movimiento que ha ritualizado un método? ¿Qué pasa con nuestra fuerza creativa? ¿Desde cuándo la necropolitica ganó? Y los agricultores: ¿Cuál es su aporte para la solución? ¿Paz con opresión? ¿Cuánto están dispuesto a ceder los agricultores? ¿O no quieren ceder? Da la sensación de que no están dispuestos a modificar la naturaleza de las relaciones de hegemonía, de poder y de prismas culturales. Se han convertido en parte del problema, bastiones del conservadurismo. Prefieren disparar antes que dialogar.
La necropolítica no es un buen camino: es la expresión de la deshumanización. Refleja la ausencia de la política, de su inexistencia. En fin, hace tiempo que las violencias escriben las páginas de esta historia. Lástima que sea así. En el fundo Los Encinos, podría haber muerto un criollo o mapuche. Fueron dos de estos últimos. Pero alguien moriría sí o sí a eso de las 18 horas del sábado. ¿Será la muerte la que marque las agendas políticas? ¿Necesitamos la ritualización de la muerte? Deberíamos estar hablando de Derechos Humanos, de imaginar la autonomía del fortalecimiento de la democracia a partir del derecho de decisión. Lo que hacemos es acabar defendiendo, justificando o creando mitos a partir de la muerte ¿Cuándo sacaremos de la crónica roja la discusión? ¿Cuándo volveremos a poner la vida humana como un bien superior?
Por Fernando Pairican
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